De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), nos exponemos a una crisis alimentaria inminente, a menos que se adopten rápidamente medidas para proteger a los más vulnerables, mantener activas las cadenas mundiales de suministro de alimentos y mitigar los efectos de la pandemia en el sistema alimentario.
A pesar de la crisis sanitaria mundial, en este momento existe suficiente producción de alimentos básicos para proveer a la población. La Federación de Agricultores y Ganaderos de Honduras (FENAGH), garantiza una reserva apropiada hoy en día, pero demanda el correcto apoyo y toma de decisiones para garantizar esas reservas a futuro.
Las medidas adoptadas a lo interno de los países como: el cierre de fronteras, interrupción en la distribución de la producción, cadena de suministro y comercio, podrían sumar una nueva crisis, además de la económica prevista, la alimentaria.
La restricción física a la actividad económica está ocasionando innumerables pérdidas especialmente en productos perecederos, pero esto todavía no responde específicamente a la demanda, la disponibilidad de alimentos local en gran medida se debe a la interrupción de los canales de distribución domésticos, es aquí donde el efecto de la pandemia compromete la producción, comercio y consumo de los alimentos.
Por ejemplo, muchos países están aplicando controles más estrictos a los buques de carga, a riesgo de poner en peligro las operaciones de transporte marítimo, y en particular los bienes perecederos como las frutas y hortalizas frescas, el pescado, y los productos pesqueros, reporta la FAO.
“No podemos abrir la puerta a la escasez, debemos, entre todas y todos, velar que las cadenas de producción, transformación, y suministro de alimentos, se mantengan vivas”, es el llamado que realiza el Frente Parlamentario Contra El Hambre de América Latina y El Caribe.
Las tecnologías digitales pueden ser parte de la solución ya que permiten una agricultura más eficiente, productiva y sostenible a través de la optimización de sus procesos para producir alimentos de calidad y de modo más sostenible, según Fontagro, un mecanismo de cooperación técnica entre los países de América Latina, El Caribe y España que promueve la competitividad y seguridad alimentaria.
¿Es posible la caída de la demanda de alimentos?
La demanda de alimentos es bastante alta en los países que reportan COVID-19, debido a las medidas de confinamiento. Sin embargo, esto no será así siempre, el efecto de la demanda de alimentos en el consumo será probablemente limitado, aunque los hábitos alimentarios pueden verse alterados.
Según la FAO, existe la posibilidad que se produzca una disminución desproporcionada del consumo de proteína animal (como resultado de los temores –sin base científica- que los animales puedan ser huéspedes del virus), y de otros productos de mayor valor, como frutas y hortalizas (que podría provocar una caída de precios).
La demanda de alimentos en los países más pobres está más vinculada a los ingresos y, en este caso, la pérdida de oportunidades de obtener ingresos, las suspensiones y los despidos impactarán el consumo. “Muchos hogares viven al día y carecen de recursos para enfrentar los aislamientos y cuarentenas necesarios para contener la propagación de la epidemia. Muchos también dependen de remesas en rápido descenso”, apunta el Banco Mundial.
La demanda también caerá debido a la mayor incertidumbre, el aumento del comportamiento cauteloso, y los esfuerzos de contención. A este escenario se suma a corto plazo el coste real de una dieta saludable, misma que podría aumentar debido al alza de precios en los productos básicos perecederos. Lo anterior, tendría un efecto adverso en los hogares de menos ingresos, e impactaría en los productores por la pérdida de rentabilidad, pérdida de productos y reducción en próximas cosechas.
La demanda de alimentos es bastante alta en los países que reportan COVID-19, debido a las medidas de confinamiento. Sin embargo, esto no será así siempre, el efecto de la demanda de alimentos en el consumo será probablemente limitado, aunque los hábitos alimentarios pueden verse alterados.
Según la FAO, existe la posibilidad que se produzca una disminución desproporcionada del consumo de proteína animal (como resultado de los temores –sin base científica- que los animales puedan ser huéspedes del virus), y de otros productos de mayor valor, como frutas y hortalizas (que podría provocar una caída de precios).
La demanda de alimentos en los países más pobres está más vinculada a los ingresos y, en este caso, la pérdida de oportunidades de obtener ingresos, las suspensiones y los despidos impactarán el consumo. “Muchos hogares viven al día y carecen de recursos para enfrentar los aislamientos y cuarentenas necesarios para contener la propagación de la epidemia. Muchos también dependen de remesas en rápido descenso”, apunta el Banco Mundial.
La demanda también caerá debido a la mayor incertidumbre, el aumento del comportamiento cauteloso, y los esfuerzos de contención. A este escenario se suma a corto plazo el coste real de una dieta saludable, misma que podría aumentar debido al alza de precios en los productos básicos perecederos. Lo anterior, tendría un efecto adverso en los hogares de menos ingresos, e impactaría en los productores por la pérdida de rentabilidad, pérdida de productos y reducción en próximas cosechas.
Cambios en consumo, Nuevas oportunidades
El cambio en los patrones de consumo y comportamiento del consumidor ante el Covid-19 es un hecho. Así mismo, el aumento en la compra de los productos congelados, enlatados y de larga duración se hará sentir en la adquisición de alimentos perecederos.
Por otro lado, habrá un incremento significativo en el comercio electrónico, que si bien es cierto en Honduras apenas está tomando forma, moldeado por la crisis.
Esta tendencia se mantendrá, los servicios digitales están adquiriendo protagonismo, y lejos de ser un obstáculo para el sector agroalimentario, como sucede en este momento, debe convertirse en una oportunidad, desde la labor técnica del campo hasta su distribución, comercialización y venta al consumidor final.
La Universidad Agrícola El Zamorano ya lleva pasos adelantados en el área de investigación, aplicada a la agricultura. Desarrolló un proyecto denominado AGROZAM, esta es una plataforma digital que alberga información referente a los procesos de producción que ocurren en los campos agrícolas de ZAMORANO. Este software brinda toda la información necesaria al planificar el uso de un lote, y puede ser aplicada en cualquier unidad de producción agropecuaria.
Desde el inicio de sus operaciones, el Consejo Nacional de Inversiones (CNI) impulsa la transformación de los procesos tradicionales a plataformas digitales que aporten valor y generen un cambio positivo en la economía e inversión.
Con los canales físicos obstaculizando la venta de la industria alimentaria, esta propuesta hoy toma más fuerza que nunca. La digitalización junto a la unidad de los pequeños productores, asociaciones, cooperativas entre otros, podrían representar una nueva ruta a mediano y largo plazo para estabilizar el suministro, combinando la vía tradicional y los nuevos formatos para hacer negocio.
La incorporación del sector agroalimentario al comercio electrónico y el desarrollo de una campaña de concienciación por consumir el producto nacional, forman parte de las propuestas que el Consejo Nacional de Inversiones (CNI) plantea a las autoridades y opinión pública, para poder enfrentar con mayor efectividad los efectos de la pandemia en el rubro alimentario de Honduras.
CONSEJO NACIONAL DE INVERSIONES (CNI)